viernes, 6 de enero de 2017

Diana

Estoy cansada de ser la niña perfecta que todos quieren que sea.
A fin de cuentas, ellos ni se molestan en escucharme,
y me han convertido en un monstruo hastiado, al que nada le sirve, 
ni le complace, pues todo es poco en el juego de la insatisfacción.


Me pregunto si merece la pena la vida.
Tanto sentir. Tanto sufrimiento de su mano.
Tanto dolor corpóreo. Tanto frío y solitaria soledad por dentro.
Esa que está rondando los cero kelvin.
Ese profundo desasosiego que produce la incierta razón de mi existencia.