Era un día de sol.
La chica del vestido rojo recibió un beso en su mejilla bajo el viejo reloj que marcaba el comienzo de un final.
La chica le miraba, recordando la primera vez que le vio en aquel lejano otoño.
Quería besarle en sus labios, quería agarrarle de los brazos y pedirle que se quedara un poquito más.
Pero la chica se fue, sin mirar atrás. Con lágrimas en los ojos se dio cuenta de lo mucho que perdió el tiempo sin decir nada, sin hablarle, sin sonreirle, temiendo que el chico la rechazara.
Hay veces que la falta de confianza y decisión nos juega una mala pasada. Certera prosa.
ResponderEliminarSaludos ;-)
Muchas gracias por tu comentario :) Todos deberìamos dejar los temores sin fundamento de lado y ser valientes :)
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