Solo aquí, entre el laberinto de tus brazos, dejo por un instante de fingir, de ser fuerte. La fortaleza de mi mundo se descompone entre lágrimas que brotan en silencio. Y es que no puedo evitarlo. Pensar en ti, en mí, en la vida. En lo inmutable, en lo eterno, que no existe. Y es que este momento jamás será igual, jamás será reemplazable, repetido. Mi impotencia me resquebraja lentamente. Te abrazo aún más fuerte.
(Escapemos del tic tac continuo del Reloj Central que poco a poco nos marchita. ¡Hagamos algo y paremos el tiempo!).
Te abrazo lo más fuerte que puedo y aún te noto lejos, mis brazos no abarcan todo lo que puedo sentir y no soy capaz de expresar. Solo sueño con compartir más momentos así. Construir juntos, recuerdo a recuerdo, nuevas historias así de buenas, a tu lado, cada segundo, cada tiempo que la vida nos quiera dar.
Vuelve...
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