Y hoy todo resulta erróneo.
Las miradas se pasean de unos ojos a otros
ojos y el amor se convierte en un juego inerte,
quedándose en la superficie sin saber llegar a más.
Y la belleza no se siente sin los cuerpos,
sin la carne, y nadie entiende, ni quiere
ver, los misterios, lo escondido, de la luna.
Recuerdos, de una niña, a la que el sol
guiaba, con sus rayos, con su luz
de inocencia, quien le daba, la pureza
de la vida, (sus estrellas) belleza que nadie veía.
Y ahora, ya no es niña, y se aferra a
sus sueños de trapo, de muñeca, rota,
y el amor que en ella brota se oculta
en su máscara, en historias, y juegos
de intriga que nadie se atreve a intentar,
a escuchar, ni a entender.
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